Treinta y siete años después de su nacimiento, las asociaciones de Rota ALAT y CLOVOR han comunicado el cese de su actividad, una decisión que sus responsables subrayan que no responde a la falta de necesidad social de sus proyectos, sino a la imposibilidad de continuar sin el respaldo económico suficiente por parte de las administraciones públicas.
Desde su creación en los años 80, ALAT y CLOVOR han trabajado de forma continuada en el ámbito de las adicciones, la exclusión social, el voluntariado y la prevención, atendiendo a distintos colectivos y tejiendo una red de apoyo que ha acompañado a personas y familias en situaciones de especial vulnerabilidad. Sus responsables destacan que la trayectoria ha sido “profundamente gratificante”, pero que el contexto actual de financiación ha ido estrechando, año tras año, el margen para sostener la estructura mínima necesaria.
Treinta y siete años junto a personas en situación de vulnerabilidad
A lo largo de estas casi cuatro décadas, las entidades han desarrollado programas de atención psicológica y social dirigidos a personas con adicciones y a sus familias, acompañando procesos personales complejos en los que la continuidad y la estabilidad del equipo profesional resultan fundamentales. Además de la intervención directa, han puesto el acento en la orientación laboral, el asesoramiento y la información como herramientas clave para favorecer la integración.
Su labor no se ha limitado a la atención individual. Las asociaciones han mantenido líneas de trabajo en prevención, sensibilización y voluntariado, generando espacios de participación y colaboración con otros recursos sociales y sanitarios. En ese marco, han funcionado también como puente con centros de desintoxicación y otros dispositivos especializados, realizando derivaciones y seguimiento de casos que requieren una intervención más intensiva.
Un modelo de atención integral con costes crecientes
Las entidades recuerdan que, cuando se pone en marcha una asociación para responder a una necesidad detectada en la sociedad, no siempre se tiene en cuenta que, más allá de la vocación y la entrega, es imprescindible asegurar una estructura profesional y administrativa estable. El equipo técnico necesita un mínimo de horas contratadas para poder desarrollar su labor con garantías, y a ello se suman los seguros sociales y las obligaciones fiscales y laborales que la normativa exige.
Junto a los costes de personal, se acumulan otros gastos recurrentes: telefonía e internet, prevención de riesgos laborales, vigilancia de la salud, protocolos obligatorios como el de acoso, protección de datos, gestoría, contabilidad, seguro de la sede, material fungible y de reprografía, entre otros. Las asociaciones denuncian que, mientras el nivel de exigencia legal y administrativa aumenta, las subvenciones que reciben se han ido reduciendo de forma “alarmante”, generando una situación insostenible.
Recortes en subvenciones y programas inviables en 2025
El ejemplo más claro de esa asfixia económica es el programa de actuación integral en adicciones, que incluye atención psicológica, atención social, orientación laboral, información y asesoramiento, orientación legal y derivaciones a centros de desintoxicación. Este programa ha pasado de estar subvencionado con 12.000 euros anuales a recibir únicamente 3.387 euros en 2025, una cantidad que las entidades consideran insuficiente para ejecutar las 13 actividades previstas a lo largo del año y que ha motivado la renuncia expresa a dicha ayuda.
En el ámbito de la prevención, el trabajo en aulas con jóvenes y niños, orientado a promover una vida saludable, la práctica deportiva, el cuidado de la autoestima y la capacidad para no ceder a presiones del grupo, también sufre la falta de financiación. Las asociaciones califican de “irrisoria” la ayuda económica destinada a estas intervenciones, pese a su impacto directo en la reducción de conductas de riesgo. A todo ello se suma que, para el mantenimiento de sedes que trabajan con adicciones, en 2025 se les ha concedido solo 365 euros para todo el año.
Una decisión meditada y una llamada a las administraciones públicas
Los responsables de las entidades insisten en que el cierre no responde a una decisión impulsiva ni reciente. Señalan que llevan años agotando todas las vías posibles para continuar adelante, conscientes de que muchas personas necesitan de estos recursos para no quedar desatendidas. Sin embargo, explican que la sucesión de puertas que se cierran y la ausencia de nuevas oportunidades de financiación han terminado por situarlos ante un límite difícil de superar.
En este contexto, consideran que las entidades sociales “no pueden vivir ahogadas y mendigando a la administración” mientras realizan una labor que califican de imprescindible para la comunidad. El cese de actividad se convierte así también en una llamada de atención hacia las administraciones públicas, a las que reclaman una reflexión profunda sobre el modelo de apoyo económico a los recursos sociales especializados en adicciones, prevención y exclusión.
Reconocimiento y agradecimiento a quienes han acompañado el proyecto
Antes de despedirse, las asociaciones han querido dirigir unas palabras de agradecimiento a todas las personas que han formado parte de esta historia colectiva: técnicos que han puesto su profesionalidad al servicio de los demás, voluntariado que ha aportado tiempo y energía, personas beneficiarias que confiaron en la entidad para afrontar procesos de cambio, así como jóvenes, niños y niñas que participaron en las charlas y actividades de prevención.
También extienden su gratitud a entidades de otros ámbitos que han prestado apoyo durante estos años, creando redes de colaboración que han permitido llegar más lejos de lo que podrían haber hecho en solitario. “Os llevaremos siempre en nuestro corazón y habéis formado parte de una historia que ha sido bonita mientras duró”, concluyen, subrayando que, aunque la estructura se vea obligada a cesar, la huella de estos 37 años de trabajo seguirá presente en la memoria colectiva y en la vida de cientos de personas.