La preocupación por el deterioro ambiental y la falta de coherencia urbanística en Rota se hace cada vez más patente entre sus vecinos. En especial, los residentes de la zona de Punta Candor han querido alzar la voz ante lo que consideran una progresiva pérdida de calidad medioambiental y abandono institucional de enclaves naturales que hasta hace poco representaban un símbolo de identidad y belleza local.
Punta Candor, un “paraíso” en retroceso
Para los vecinos, Punta Candor ha pasado de ser un refugio natural a un espacio sometido a presiones urbanísticas incesantes. Denuncian la masificación, la construcción sin planificación coherente y la ausencia de medidas efectivas para preservar su biodiversidad. A pesar de los mensajes institucionales que ensalzan su valor ecológico, la zona sufre el impacto del tráfico descontrolado, la acumulación de basura y la pérdida de hábitats esenciales para especies autóctonas. “Es irónico que lo vendan como una joya natural mientras permiten que se degrade”, afirman.

El Arroyo El Alcántara, símbolo de abandono
Otra de las grandes preocupaciones es el estado del arroyo El Alcántara, cuya limpieza, entre administraciones que se señalan mutuamente, sigue pendiente desde hace más de un año. Los vecinos denuncian la proliferación de plagas de mosquitos y roedores como consecuencia directa de la falta de mantenimiento. “Nos prometieron una actuación que nunca llegó. El calor avanza, y con él, los problemas sanitarios”, explican. Aunque el Ayuntamiento encargó su limpieza a una empresa, la actuación no se ha materializado.
Pumptrack sin sombra: una inversión infrautilizada
También se cuestiona la utilidad de infraestructuras como la pumptrack, una pista deportiva que fue anunciada con entusiasmo pero que, según los vecinos, apenas se usa. Su ubicación alejada, la falta de sombras y la nula adaptación a las condiciones climáticas la convierten, en palabras de los vecinos, en un “horno solar más que en un espacio recreativo”. Reprochan la falta de planificación y la desconexión entre la inversión pública y las necesidades reales de la ciudadanía.
Ordenanzas que no se aplican
Critican además la escasa efectividad de las normativas municipales, como la Ordenanza de Playas o la futura ordenanza de convivencia. Según relatan, “las normas se aprueban, pero no se cumplen”. Denuncian la ocupación descontrolada de playas, el uso de altavoces, y la dejadez general en la aplicación de medidas que, sobre el papel, prometían avanzar hacia una Rota más ordenada y sostenible.
Sostenibilidad y economía azul: palabras sin acción
La ciudadanía también pone el foco en la brecha entre los discursos institucionales sobre sostenibilidad, Agenda 2030 o economía azul, y la realidad. “Hablan de medioambiente, pero las dunas siguen retrocediendo, los residuos se acumulan y la pesca tradicional se apaga sin relevo ni apoyo”, lamentan.
Vecinos de distintas zonas coinciden en que la visión de futuro de Rota parece quedarse solo en los discursos. Mientras tanto, aseguran, la realidad en barrios y espacios naturales muestra todo lo contrario: abandono, improvisación y políticas que no protegen ni al entorno ni a quienes lo habitan. “Queremos una Rota que de verdad cuide lo que dice querer”, concluyen.